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Sobre el Aleph Gitarrenquartett

Bernd Künzig sobre Aleph Gitarrenquartett

OTRAS CUERDAS – MÚSICA PARA EL ALEPH GITARRENQUARTETT

Comencemos con la siguiente escena: en la película épica de Edgar Reitz Die zweite Heimat (Patria 2, Crónica de una juventud, 1992), el joven (y ficticio) compositor Hermann Simon se traslada de Hunsrück a Múnich para estudiar en el conservatorio. Un instrumento le acompaña en el viaje – siguiendo la imagen romántica del artista propuesta por Reitz, se trata de una guitarra. Enseguida nos vemos inmersos en una atmósfera musical muy concreta donde la guitarra representa el instrumento melancólico de la soledad del artista y los versos de Hermann Hesse y Georg Trakl impregnan el aire. La música de la generación posterior a 1945 ha tratado de contradecir tajantemente esta clase de clichés. Sin ir más lejos, en Le Marteau sans maître (1955) o en su gran ciclo sobre Mallarmé Pli selon pli (1957-62), Pierre Boulez muestra su predilección por la gui- tarra. Y sin embargo también en su caso merodea la esencia exótica de los aires sureños. Unos veinte años más tarde, Hans Werner Henze la emplea como instrumento de trave- suras virtuosistas en las Iluminaciones de Shakespeare (Royal Winter Music, 1976/79). En el duo para guitarras Salut für Caudwell (1977), Helmut Lachenmann trabaja sobre los resultados sonoros involuntarios de su “musique concrète instrumentale”. Pero incluso posiciones musicales avanzadas como la de Boulez o Lachenmann no deberían apartar la vista del hecho de que, también en su caso, la guitarra sigue desempeñando el papel del instrumento del solitario, un acompañante de la voz por excelencia. Y al presentarse en mayor número, surgiría con ellas inmendiatamente el cliché ardiente del flamenco.


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